MISIÓN DE LAS CARMELITAS MISIONERAS

Las Carmelitas Misioneras somos mujeres que hemos comprometido toda nuestra vida con Cristo y con la humanidad, viviendo el estilo que nos transmitió Francisco Palau. Como él, sentimos en nuestro interior la tensión entre dos pasiones: el amor a Dios y el amor a todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. Por eso hay dos palabras clave para nosotras: contemplación y misión; y un lugar para armonizarlas: la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que es Jesús Resucitado abrazando a toda la humanidad y todo el universo.

A la carmelita misionera, como al Padre Palau, "el amor del Cristo Total le urge". Su misión está poblada y comprendida de pasión por la humanidad. Tiene un horizonte abierto, universal, de "frontera". Es en la misión donde está permanentemente invitada a ser palabra profética en el interior de la Iglesia y del mundo, desde la fraternidad. Asume la inculturación del Evangelio como exigencia del carisma. La Congregación, fiel a su identidad, ha marcado en su trayectoria evangelizadora campos, presencias, caminos, que han concretado el compromiso apostólico según los desafíos de cada momento. Nuestra presencia se hace vida en el campo de la salud, la educación cristiana, promoción de la espiritualidad, misiones, promoción social, pastoral juvenil, pastoral parroquial.

En la Iglesia, la carmelita misionera tiene una función primordial: ser signo visible, expresión profética de la comunión con Dios y con los hermanos, que toda la Iglesia está llamada a vivir y a la que tiende como a su meta final. Su presencia y misión dentro del Cuerpo Místico de Cristo, se caracteriza por ser signo auténtico de comunión.

En nuestra misión lo importante es plasmar en todo lo que hacemos el sentido de nuestra vida. Por eso, sean cuales sean las tareas que realizamos, las hacemos como servicio a Cristo, a quien encontramos allí donde alguien necesite una mano hermana.

Lo podemos resumir en dos palabras: vivimos para construir Iglesia en comunión.